Amores cruzados entre musulmanes y cristianos

La Reconquista fue una época larga, peligrosa y bastante dura de vivir para todos sus contemporáneos, qué duda cabe. Hay un dicho por ahí que señala que la historia la escriben los ganadores, y claro está, nunca es la misma desde cada lado de un conflicto, donde cada parte quiere tener razón; también sucede que la victoria de unos es la derrota de otros, con lo cual se tiende a pensar que los primeros lo hicieron todo bien y los segundos todo mal, y es necesario encontrar un equilibrio entre ambas partes.

Si se trata de contar una crónica histórica, el mejor género para eso en mi opinión es la novela histórica. Sí, has leído bien, no la investigación histórica ni el ensayo, porque el autor, queriendo ser fiel a todo lo que lee, se supone que tendrá que ser imparcial y contar los hechos sin implicarse, tal y como los ha conocidos. La cuestión es de quién los ha conocido, si estaba en un bando o en otro, como señalé en el párrafo anterior.

Sin embargo, un novelista de histórica no tiene ese problema, pues puede tomarse todas las licencias que quiera sin temer no se riguroso con la Historia, en letra mayúsculas. Y aunque haya quien piense que eso permite inventarse todos los hechos, para mí lo que realmente permite es darle la vuelta a la tortilla, sobre todo en esta historia de la Reconquista, ya bastante espinosa de por sí. Y es que, con un poco de esfuerzo y una pluma habilidosa la batalla del amor en las Navas de Tolosa pudo ser real, y yo no tengo demasiadas dudas de que lo fuera; esta, y otras muchas.

Y es que todo esta mezcla de mundos que se dio en España durante tantos siglos seguro que dio mucho más de sí de lo que nos pensamos. Sí, ya sé que el porno gratis nos da muchas pruebas de sexo interracial, no sólo con la atracción visual que eso genera, sino también con la supuesta mezcla de culturas. Pero eso no es suficiente, ya que en realidad no estaríamos hablando de razas distintas aunque sí de culturas, y si a eso vamos, lo que es en el tema del sexo no creo que haya muchas diferencias a la hora de llegar a él y practicar, aunque por supuesto sí muchas a la manera de asumirlo… pero eso es otro tema.

Las relaciones humanas son complicadas, y las emociones lo son aún más. Imposible que dos pueblos diametralmente distintos no sólo por su idioma, su origen y su religión, sino además por sus costumbres, no hubieran puesto de su parte y hubieran claudicado en muchos temas para conseguir estar tanto tiempo compartiendo un territorio. No es que yo diga que todo fuera un lecho de rosas, sobre todo porque, no lo olvidemos, los musulmanes llegaron aquí como conquistadores, y no a dar ni un discurso intelectual ni a hacer amistades para jugar al ajedrez; y por contra, cuando las tornas se cambiaron no es que los cristianos tuvieran muchas mejores intenciones a la hora de reconquistar sus territorios, así que por supuesto no hablaríamos precisamente de un remanso de paz.

Pero, después de varios siglos de convivencia si no amistosa al menos pacífica, ¿cómo evitar la natural atracción que podría surgir entre hombres y mujeres de distintos pueblos, religiones o bandos, como lo quieras llamar? Eso diluiría seguramente muchas rencillas e incluso algún que otro rencor, porque si esa atracción va unida a sentimientos sería difícil de controlar. Y aunque los matrimonios mixtos entre cristianos y musulmanes, y mucho menos las relaciones sexuales sin compromiso, no estaban bien vistas e incluso eran tema tabú, no nos engañemos: sucedían, y mucho, y lo que preocupaba tanto a las clases altas, no importaba mucho a campesinos u otros componentes de la chusma, que no les importaba mucho en realidad quién gobernaba un territorio siempre y cuando pudieran comer y se asegurara la paz.

Claro, esto no puede contarse en un libro de historia, las fuentes diferirían y cada uno daría su versión del tema, y un historiador no podría hacer otra cosa que contar la crónica. ¡Ah… pero que bien que tenemos la literatura para otro punto de vista, si no riguroso, al menos mucho más entretenido!